Kelly Valdebenito, educadora ambiental e ingeniera agrónoma: La importancia de aprender a enseñar sobre nuestra flora y fauna

Kelly Valdebenito realizó su práctica profesional de ingeniería agrícola en el Humedal del Río Maipo, en la V región. Durante su último año de carrera comenzó a hacer senderismo y observar aves, y un día, mientras estaba trabajando en el humedal, se dió cuenta de que no quería que el trabajo de conservación fuera un agregado de su carrera, sino que quería dedicarse por completo a ello.

 

Tuve mi primera experiencia de estar completamente inserta en un parque, viviéndolo, escuchándolo, sintiéndolo, y por sobre todo fascinándome por las plantas y aves que veía, y quería compartir eso con todos los visitantes del humedal– relata. –A veces me vuelvo a sorprender de las mismas cosas constantemente, me gusta compartir esa sensación. Me gusta tanto que siento que se me dio de forma muy natural–.

En 2022, Kelly se trasladó desde Santiago a Pichilemu y nunca más miró atrás. Llegó a una de las playas más famosas del país, conocida mundialmente por sus increíbles olas para el surf, y se encontró en el camino con algo que merecía la misma atención: las especies que habitan Punta de Lobos. El parque, que se encarga de la conservación del sitio, ha crecido con los años, y Kelly se ha vuelto fundamental en el área de educación ambiental.

Gracias a sus referentes –como Jane Goodall, su predilecta–, Kelly supo que lo que quería era ser inspiradora, igual que aquellos que la inspiraron a ella a seguir este rumbo. – Aún no me lo creo, pero hay niñas que me han dicho que quieren ser biólogas, científicas, porque ven el parque. Hasta ahora solo niñas me han dicho que saben que quieren ser científicas cuando sean grandes, que quieren ser como yo. Y yo no soy científica, soy educadora ambiental. Pero igual, es emocionante ver qué piensan eso –.

 

La historia de la Guía de Flora Nativa

Cuando llegó a Pichilemu, luego de una mala experiencia laboral en otra ciudad, Kelly quedó encantada con la flora y fauna del lugar. Ahí conoció el Parque Punta de Lobos (PPL), el cual consta de tres grandes áreas: restauración ecológica, infraestructura turística, y educación ambiental. Kelly llegó a liderar esta última área. Cuenta que al comenzar, su equipo ya había preparado un completo plan de educación y se consideró afortunada por la oportunidad de llevarlo a la vida.

A pesar de que le encantó su nuevo trabajo, descubrió un punto débil que necesitaba ser tratado urgentemente: una educación ambiental que no conmovía a las personas ni residentes de la zona. Lejos de desmotivarse, vio en este problema la oportunidad de crecer. Se dedicó a desarrollar la Guía de Flora Nativa del Parque Punta de Lobos, lanzada en 2024. –Fue un desafío, cuando la hice, en primera instancia, me pareció ‘fome’, dije esto ‘se ha visto muchas veces’, guías que identifican, que te dicen las características botánicas, fenológicas, etc. Pero ahí me cuestioné ¿cómo lograr que este material, más allá de ser informativo, también conecte emocionalmente con las personas y despierte un interés real por el territorio?–.

Me di cuenta que tenía que ser algo didáctico, que invitara a recolectar información, como una Pokédex –explica con una gran sonrisa– y ahí salió la idea de hacer una mapa para que las personas, niños, niñas, jóvenes, adultos, puedan recorrer el parque, busquen las especies y las identifiquen. Claro que al final hay una reflexión. Lo hicimos de tal manera de que hay preguntas que solo se pueden contestar si tú estás frente a la planta– relata la ingeniera.

Esta guía tiene una particularidad, y es que una de las especies más famosas, el cactus de Tanumé, endémico de la región, no se encuentra en el PPL, y no es posible obtener su ubicación desde el material que se reparte a los visitantes. –El cactus de Tanumé está en peligro y hay muy pocas poblaciones identificadas, así que no vamos a poner su ubicación para que las vayan a buscar. Muchos niños llegaban desesperados preguntando dónde estaba porque lo habían buscado, y eso significa que habían hecho el trabajo de reconocer las especies del terreno –cuenta Kelly, orgullosa.

En este momento, con su equipo, se encuentran desarrollando una segunda guía sobre el intermareal de Punta de Lobos. –El intermareal es la zona entre la marea alta y baja que está en constante movimiento, muy dinámica, y en esta área habitan muchos seres. Nosotros queremos hablar de estas especies, como las estrellas de mar, porque son muy sensibles. La gente las saca sin saber, y se las lleva a casa o las deja tiradas en el camino, hasta que se pudren y finalmente eso solo hace daño–.

La necesidad de una educación ambiental es evidente, sin embargo, para Kelly esta no es prioridad en ningún proyecto estatal. –No se le da la importancia que necesita. Cada vez hay más avances, pero siento que aún es muy forzosa esta educación, está demasiado impuesta, cuando en realidad el medio ambiente debe dialogar con todas las áreas. Mientras no esté esa visión desde quienes toman las decisiones, la educación ambiental nunca va a ser tomada con la seriedad que se merece– manifiesta la educadora.

 

Lo que Kelly aprendió de Jane

Para Kelly, uno de los pilares de su carrera es transmitir responsabilidad y asombro. Inspirada profundamente por el trabajo de Jane Goodall, a quien descubrió en la enseñanza media, hizo de esa admiración su misión personal, es decir, convertirse, en la medida de lo posible, en alguien capaz de inspirar a otras y otros.

Por esto es tan buena en lo que hace, porque para Kelly no es solo un trabajo. –Siempre les digo a los estudiantes, sobre todo a los más chicos, que siempre se dediquen a lo que les gusta. Si uno se dedica a lo que le gusta, va a ir creciendo, va a ser exitoso, porque uno no trabaja por trabajar, trabaja por un sentido. Eso resume mi línea de trabajo, yo no haría todo esto si no lo amara– confiesa.

Pero la pasión no es lo único que la mueve, sino que ha visto resultados positivos en el aprendizaje de los visitantes del parque. Esto lo aprendí de Jane Goodall, es un hecho que cuando una cuenta anécdotas o chistes se apela a las distintas emociones, como el asombro, la rabia, la pena o la alegría, eso deja una semilla en las personas. A veces me sorprende gratamente que estudiantes que ya nos visitaron recuerdan muy bien lo que habíamos conversado, porque les generó un sentimiento–.

En general a todo el equipo del PPL, nos dicen que se nota que hacemos las cosas con mucha pasión y eso genera un impacto a nivel de comunidad– explica Kelly. – No es solo traspaso de información, sino que cuando la gente viene y hacemos actividades, estamos en la naturaleza, conectamos por medio de juegos, es ahí donde se crea un vínculo. Las personas protegen más lo que asocian a algún recuerdo, entonces nosotros tenemos que apuntar a ese foco–.

Sin embargo, Kelly también cuenta que formar este vínculo suele ser difícil, porque las personas no conocen las especies que habitan su entorno. –En el colegio se habla de elefantes, de jirafas, pero no de animales que son de acá. No se habla de zorros, ni de loicas, pero cuando una las conoce y se fija en sus cantos, en sus comportamientos, en su forma de cazar, ahí te fascinan, pero hay que conocerlas primero. Es mucho más efectivo si las personas tienen experiencias en el territorio–.

Aquí me van a retar los botánicos –confiesa entre risas – pero a mi me encanta decir que el Quisco de los acantilados es pichilemino, para crear sentido de pertenencia. Porque si bien, es un cactus endémico que está en todo el borde costero de la Región de O’Higgins, una de las poblaciones más grandes está en Punta de Lobos. Es el cactus icónico de acá, el que está en todas las postales y paisajes. Se genera un sentido de pertenencia gracias a eso, y nosotros lo repetimos mucho en las visitas guiadas, para que la gente se quede con ese mensaje–.

Además, Kelly recalca la necesidad de promover una educación al aire libre de forma transversal en las diversas asignaturas, y así fomentar que los niños y niñas estén en contacto con la naturaleza. Pues, explica que, las personas somos parte del ecosistema, como el agua, el suelo, las plantas y los polinizadores, y “si esos factores no están sanos, nosotros tampoco lo estaremos. El medio ambiente afecta a todo, a la economía, a lo cultural, incluso a la salud. Dependemos de ecosistemas sanos para poder estar bien como humanidad.

 

La inspiración que nos lleva a educar

El desempeño de Kelly en el parque ha tenido algunas consecuencias inesperadas aunque bienvenidas. Luego de visitas estudiantiles, Kelly ha recibido muchas cartas de niñas que le cuentan que quieren ser veterinarias, biólogas marinas o científicas. –Cuando me llegaron mis primeras cartas de agradecimiento, pensé ‘el trabajo se está haciendo, lo estamos logrando, y vamos por más’. Y todo esto por el conocimiento que entregamos sobre el ecosistema y su bienestar, pero todo parte por el amor que le ponemos– declara emocionada.

A pesar de estos logros y de contar con un título de Ingeniera Agrónoma, Kelly no se considera una científica, sino se ve a sí misma más como una divulgadoraYo leo, escucho, aprendo y también observo, y desde lo que puedo aprender, trabajo en hacerlo más accesible para otras personas. Trato de ayudar a la divulgación desde mi humilde posición–.

La educadora cuenta que, además de Goodall, entre sus referentes se encuentran mujeres que trabajan en el mismo sector –A Nivel local, una inspiración son las chicas del NUTME (Núcleo Milenio para la Ecología y Conservación de Arrecifes Mesofóticos Templados) la Celeste, la Mayda, la Bea, y la Carito de Pajareando Aprendo también. Son profesionales súper preparadas, saben lo que hacen, son súper didácticas y son mujeres a las que no las frena nada. Además, creo que las mujeres tenemos que ir batallando constantemente con hombres que siempre van a cuestionar el conocimiento que una tiene. Por eso también las admiro mucho– reflexiona.

Si bien, ahora Kelly está en un lugar que le encanta, es sincera al recordar algunos episodios negativos en trabajos pasados. –Tuve una experiencia más joven, a los veintitantos llegué a un cargo de liderazgo en un equipo. Mis contrapartes eran hombres de más edad, y sin conocerme siquiera, sin escuchar lo que yo tenía para trabajar y proponer, hubo muchos desencuentros. Me desvalorizaron por mi edad y por ser mujer. Yo iba a trabajar y colaborar, pero despreciaron mis conocimientos y de alguna forma me amenazaron también. Tomé la decisión de renunciar en esa instancia y fue bastante complejo. Por suerte, desde entonces no he tenido otra experiencia así. Aunque es común que dentro de grupos o espacios compuestos por mujeres, el líder sea un hombre–.

A pesar de la mala experiencia, Kelly respondió al desprecio con bondad, y hoy se enfoca en los cambios positivos que puede lograr desde su rol en el PPL. –La gente se olvida de que el fin último es ser fuente de inspiración, o de sembrar una semilla en las otras personas para el cuidado del medio ambiente. Tenemos que dejar los egos de lado, en este oficio no sirven absolutamente de nada– señala. –Enseñemos a cuidar desde la pasión por lo que hacemos, al final eso es lo que se transmite– finaliza.

El PPL, ubicado en apenas 2,2 hectáreas en la cima de un risco, es el hogar de muchas especies nativas que reciben la protección de iniciativas de conservación públicas y privadas, pero también de personas como Kelly, gente que por medio de la conservación y la educación, busca mejorar la vida de todos. El foco de la educación ambiental es enseñar a las nuevas generaciones a que amen el medio ambiente, y que desde ese amor, lo cuiden–.

 

Este reportaje forma parte de la serie Mujeres Líderes en Ciencias, Región de O’Higgins. Un proyecto de CDivulga financiado por el Fondo de Medios de Comunicación Social (FFMM) 2025.

 

Ve el video sobre este reportaje aquí.

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